lunes, 29 de julio de 2013

Pedir a Dios que nos de Su Espíritu Santo hoy

S. Lucas 11:1-13 1Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. 2 Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. 5 Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, 6 porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; 7 y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? 8 Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. 9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 11 ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? 12 ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? 13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

Introducción. ¿Cuántos de nosotros(as) nos arriesgaremos a pedir a Dios que nos de Su Espíritu Santo hoy? Esta semana, aprendemos con Jesús cómo orar y qué esperar como resultado de nuestra oración. Si la mayoría de las congregaciones cristianas saben alguna oración "por escrito", lo más probable sea la Oración del Señor, el Padrenuestro. ¿Lo saben de memoria? ¿Lo recuerdan?

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.

¿Qué falta? De la versión de Mateo: Porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria por todos los siglos, de los siglos, ¡Amén!

A algunos de nosotros(as) se nos ha enseñado que el Padrenuestro es simplemente un modelo de oración, sobre todo una base para formar oraciones o incluso para la formación de un culto.

El evangelio de Lucas nos presenta lo que podría ser una versión familiar de la oración del Señor y el contexto en el cual es evidente que los discípulos estaban pidiendo a Jesús que les enseñara una oración específica para orar. "Señor, enséñanos a orar" significaba, y significa: "Señor, danos una oración; la oración que nos marcará, que nos distinguirá como Tus discípulos." Probablemente, cada Rabino tenía una oración que distinguía a sus discípulos. Juan les había enseñado una. Al darles una oración “modelo”, Jesús no les estaba dando palabras mágicas. Les daba, sin embargo, un lenguaje que tanto los marcaría, y con-formaría su relación con Dios y su Señor. Así que eso es lo que Jesús les da, una oración específica para que la utilicen. Con un corto y memorable: "Cuando oren deben decir esto," Jesús dejaba una marca indeleble, una huella imborrable que llega hasta nuestros días como señal de que somos discípulos del Señor Jesús. ¿Amén? ¡Amén! {Si vivimos para EL vivimos…}.

Lo que les enseñó Jesús fue una base para formar oraciones o incluso para la formación de un culto. Veamos.

1. Se nos ha enseñado que se empieza llamado a Dios, “Padre nuestro”, un Dios de familia, de comunidad. Toda oración debe estar dirigida a Dios. {Todo Culto a Dios debe comenzar con una oración a Dios, nuestro Padre.}

2. Luego, santificamos en nombre de Dios. Porque Dios es santo, sublime, perfecto, digno de ser adorado. {Cánticos de alabanza.}

3. Luego, le pedimos que Su reinado, su gobierno, Su autoridad, Su voluntad, Su soberanía venga y se haga sentir y tome dominio sobre nuestras vidas. {Oración de intercesión.}

4. Le pedimos, entonces, que provea lo necesario {ni más, ni menos} para el día. {Nos presentamos en el Altar y oramos por nuestras necesidades particulares.}

5. También le pedimos perdón y nos comprometemos a perdonar como EL nos ha perdonado. {Oración de Confesión. #299 HMVC.}

6. Y, finalmente, le rogamos que nos libre, que nos defienda, que no nos meta en la tentación y que nos libre del poder del maligno. {Acción de gracias.}

7. Y entonces, ¿Qué debemos esperar como respuesta? {¡EL ESPÍRITU SANTO DE DIOS!}

¿Amén? ¡Amén! Esta es la oración “perfecta”, el orden del culto también.

¿Qué les parece si oramos juntos?

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Amén.

SEGUNDA PARTE. PERSISTENCIA. PERSEVERANCIA. CONSTANCIA. PACIENCIA. INSISTENCIA. RESISTENCIA. CONTINUIDAD. Es lo que Jesús nos pide que tengamos en la oración. ¿Es fácil? No. ¿Es rápido? No. ¿Es inmediato? No. Hay que seguir orando y esperando. ¿Amén? ¡Amén!

¿Si viene una visita nocturna a la casa de un amigo (llamando a la puerta), {y pide un pan o un pez}? ¿Le vamos a dar una serpiente? ¿Y si un hijo nos pide un huevo, le vamos a dar un escorpión? Jesús nos da algo más que una respuesta, EL nos da el Espíritu Santo de Dios.} Creo que es suficiente para sobrellevar cualquier carga, dolor, quebranto, situación, escases, sufrimiento, malestar, etc. ¿Y tú qué crees?

LLAMADO.

En este pasaje, los discípulos vieron a Jesús en el acto de orar. Ellos le dijeron: "Señor, enséñanos a orar..." La respuesta de Jesús a su súplica fue animar a sus seguidores a orar constantemente y persistentemente a Dios (versículos 2-4) para que Dios envíe al Espíritu Santo a ser el gobernante de su corazones (v. 13).

Vivimos en una época en la que hay una gran confusión acerca de la naturaleza y la función de la oración y de la forma en que el Espíritu Santo obra.

Tal vez es porque vivimos en una época en la que la gente no tiene mucha paciencia. No queremos que la gratificación se demore. Hemos sido condicionados a esperar resultados NOW, ahora, ya. No nos gusta tener que esperar. Esperamos la satisfacción inmediata de nuestros deseos y peticiones. Cuando escuchamos un sermón, queremos experimentar una respuesta emocional inmediata, el poder del Espíritu Santo que fluye en nosotros(as) como una comunicación directa de Dios. Y cuando oramos, esperamos obtener una respuesta inmediata. Pensamos en la oración como una manera de conseguir que Dios nos de lo que queremos.

Así que si sumamos todo esto, la expectativa de gratificación instantánea y una cultura que ha definido la oración como principalmente en conseguir lo que queremos de Dios, terminamos con una fe que no puede tener raíces muy profundas. Es posible que tengamos gente que pierden rápidamente el interés en el trabajo de crecimiento en la fe, que ocurre poco a poco, durante el período de toda la vida humana.

Jesús dijo que la oración es perseverancia. La acción del Espíritu Santo es gradual, que sucede durante un largo período de tiempo. Pero a pesar de que el cambio realizado en un corazón por el Espíritu Santo toma tiempo, debemos seguir orando a Dios para que envíe Su Espíritu a nuestros corazones. De hecho, Jesús da a entender que tenemos que rogar y suplicar a Dios por el Espíritu Santo para que entre en nosotros(as) y opere un cambio en nuestros corazones. En otras palabras, si usted no recibe una respuesta inmediata, hay que seguir intentándolo. Persevera. Esta es la forma en que debemos pedir a Dios el Espíritu Santo. Hemos de pedir día a día, y no estamos para tomar el silencio de Dios como señal de rechazo. Cuando oramos, debemos tomar la actitud de que somos hijos amados de Dios y Dios nos escucha.

¿Quién de ustedes, que son padres, le daría a su hijo una serpiente cuando el hijo le pide un pez, o una picadura de escorpión, cuando el niño pide un huevo? Dios sabe que lo que más necesitamos en esta vida es el Espíritu Santo para tener dominio sobre nuestras vidas y efectuar el cambio que necesitamos. Así que, de ahora en adelante, pidamos a Dios que envíe Su Espíritu Santo sobre nosotros(as). ¿Amén?

Dios sabe que el Espíritu Santo es lo que más necesitamos en nuestras vidas. Dios sabe. Dios sabe bien lo que necesitamos. Dios sabe que el remedio para nuestra situación es el trabajo lento y constante del Espíritu Santo para traer un cambio desde el interior, para que podemos llegar a ser catalizadores para el cambio para el bien en el exterior, y llevar una palabra de gracia y esperanza a la gente que realmente necesita la acción social de la Iglesia en la comunidad y que realmente necesitan una conexión con Cristo.

Creo que nos ha llamado Dios. Oremos.

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Amén.

jueves, 25 de julio de 2013

¿Qué haríamos si nos encontráramos delante de la presencia del Señor?

S. Lucas 10.38 En su viaje hacia Jerusalén, Jesús y sus discípulos pasaron por un pueblo. Allí, una mujer llamada Marta recibió a Jesús en su casa. 39 En la casa también estaba María, que era hermana de Marta. María se sentó junto a Jesús para escuchar atentamente lo que él decía. 40 Marta, en cambio, estaba ocupada en preparar la comida y en los quehaceres de la casa. Por eso, se acercó a Jesús y le dijo: —Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola, haciendo todo el trabajo de la casa? Dile que me ayude. 41-42 Pero Jesús le contestó: —Marta, Marta, ¿por qué te preocupas por tantas cosas? Hay algo más importante. María lo ha elegido, y nadie se lo va a quitar. (TLA)

A propósito, ¿Qué haríamos si nos encontráramos delante de la presencia del Señor? ¿Qué nos enseñan estos 6 versículos? ¿Qué hizo María que inquietó tanto a Marta como para quejarse? María escogió la mejor parte, gozarse en la presencia del Señor. ¡Allí estaba Jesús: la gloria de Dios humanizada! ¿Qué le está diciendo Jesús a Marta y a todos(as) nosotros(as), los que nos preocupamos tanto por las cosas del mundo? Jesús nos dice que hay que disfrutar la gloria y la presencia del Señor, hoy, aquí y ahora. ¿Amén? ¡Amén!

“Porque de ÉL, por ÉL y para ÉL son todas las cosas. A ÉL sea la gloria por los siglos. Amén.” (Rom. 11:36, VRV.) Todo es para ÉL. El objetivo final del universo es mostrar la gloria de DIOS. La gloria de DIOS es el porqué de la existencia de todo, incluso de nuestras vidas. {¡Tu vida muestra la gloria del Señor!} DIOS hizo todo para su gloria. Sin la gloria de DIOS no habría nada y Dios nos da la oportunidad de gozarnos en Su presencia, de Su gloria, hoy, aquí y ahora.

¿Qué es la gloria de DIOS?

o Es la esencia de su naturaleza, {Dios es glorioso; está lleno de gloria}

o Es el peso de su importancia, {la gloria de Dios refleja su trascendencia; porque Dios es inmanente y trascendente.}

o Es el brillo de su esplendor, {Dios es luz}

o Es la demostración de su poder {porque Dios es todo poderosos} y

o Es la atmósfera de su presencia {porque en EL hay quietud, paz, gozo, etc.}

La gloria de DIOS es la expresión de su bondad y todas las demás cualidades intrínsecas y eternas de su persona. Todo lo creado refleja la gloria de DIOS. “Los cielos cuentan la gloria de DIOS.” (Salmo 19:1, VRV.)

A través de la historia, DIOS ha revelado su gloria a personas en distintas circunstancias. Se reveló en el Jardín del Edén, luego a Moisés, después en el tabernáculo y el templo, luego a Jesús y a María y a Marta y a sus discípulos y, ahora, se revela por medio de la Iglesia a toda la humanidad sufriente. ¡Si hemos sufrido es para poder consolar a otros(as) mostrando la gloria del Señor que está sobre nosotros(as).

En el pasado la gloria de Dios se presentó como fuego consumidor, una nube, truenos, humo y una luz brillante. Pero, la gloria de DIOS se ve mejor en Jesucristo. ÉL, la luz del mundo, ilumina la naturaleza de DIOS. Gracias a Jesús, ya no estamos más en oscuridad con respecto a lo que DIOS realmente es. La Biblia dice que: “El Hijo es el resplandor de la gloria de DIOS.” (Hebreos 1:3, VRV) y nosotros(as) somos continuación de Su obra. Jesús vino al mundo para que pudiéramos entender cabalmente la gloria de DIOS. Su Palabra declara que: “Aquel, que es la Palabra, se hizo hombre y vivió entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su Hijo único, abundante en amor y verdad.” (Juan 1:14, DHH.)

DIOS posee una gloria inherente porque es DIOS. Es así por naturaleza. No podemos agregar, ni quitar nada a esa gloria, así como tampoco podemos añadirle ni quitarle brillo al sol.

AMADOS y AMADAS: Tenemos un mandamiento, una oportunidad: Debemos reconocer su gloria, honrar su gloria, declarar su gloria, alabar su gloria, reflejar su gloria y vivir para su gloria. ¿Algún Amén? DIOS se merece toda la honra y alabanza que seamos capaces de darle. Su Palabra dice: “Tú eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado todas las cosas; por tu voluntad existen y han sido creadas.” (Apoc. 4:11, DHH.) ¿Cómo podemos nosotros(as) darle gloria a Dios?

“Todos los que llevan mi nombre, a los que yo creé y formé, a los que hice para gloria mía.” (Isaías 43:7, DHH.) Fuimos creados para glorificar, para hablar bien de Dios (Salmo 103). Esa es nuestra meta suprema. Así cumplimos los propósitos principales de DIOS al darnos vida en esta tierra. Veamos cómo podemos darle la gloria a Dios.

1. Glorificamos a DIOS cuando lo adoramos. La adoración a DIOS es nuestra primera responsabilidad. Adoramos a DIOS cuando propiciamos y disfrutamos de Su compañía, de Su presencia. La adoración es más que alabanza, canto y oración a DIOS. Es un estilo de vida que implica gozar de DIOS, amarlo y entregarle nuestra vida para que la use de acuerdo a sus propósitos. Cuando usamos nuestra vida para la gloria de DIOS, todo lo que hacemos se convierte en un acto de adoración.

2. Glorificamos a DIOS cuando amamos a los demás discípulos de Jesús. Con el nuevo nacimiento nos convertimos en miembros de la familia de DIOS. Seguir a Cristo no es sólo cuestión de creer; también implica pertenecer a su familia y aprender a amarla. Aprender de DIOS a amar como DIOS ama; perdonar como DIOS perdona; bendecir como DIOS bendice; hacer misericordia como DIOS hace misericordia; tener compasión como DIOS tiene compasión; hacer justicia como DIOS hace justicia. Todo y primero con la familia de la fe. {“…En lo poco fuiste fiel, en lo mucho te pondré…}

3. Glorificamos a DIOS cuando nos asemejamos más a Cristo. Cuando nacemos en la familia de DIOS, El quiere que crezcamos hasta alcanzar la madurez espiritual; es decir, pensar, sentir y actuar como lo haría Jesús. “DIOS te ama como tu eres, pero no quiere dejarte así; quiere que seas como Jesús” (Max Lucado.) ¡Crezcamos hoy a la estatura de Cristo! Esto glorifica a DIOS. ¡Seamos discípulos radicales!

4. Glorificamos a DIOS cuando servimos a los demás con nuestros dones. DIOS nos diseñó a cada uno de nosotros de forma única. A cada uno nos dio talentos, dones, habilidades y destrezas para que las usemos en beneficio y servicio a los demás. Los demás tienen las suyas propias para beneficio nuestro.

5. Glorificamos a DIOS cuando le testificamos a los demás. DIOS no quiere que su amor y sus propósitos sean un secreto. Una vez que conocemos la verdad, DIOS espera que la comuniquemos a los demás. La Biblia dice: “Todo esto ha sucedido para bien de ustedes, para que, recibiendo muchos la gracia de Dios, muchos sean también los que le den gracias, para la gloria de Dios.” (2 Cor. 4:15, DHH.)

Llamado.

Vivir el resto de nuestras vidas para la gloria de DIOS requiere cambios en nuestras prioridades, en nuestros planes, en nuestras relaciones, en todo. Jesús se enfrentó a una encrucijada similar y se angustió. Su respuesta fue: “¡Siento en este momento una angustia terrible! ¿Y qué voy a decir? ¿Diré: ‘Padre, líbrame de esta angustia’? ¡Pero precisamente para esto he venido! Padre, glorifica tu nombre.” (Juan 12:27-28, DHH.)

¿Cuál será nuestra respuesta? ¿Para quién viviremos? ¿Para tener una vida cómoda y placentera o afanados a los “deberes” del mundo (como Marta) o viviremos para glorificar a DIOS? ¿Viviremos para nuestras propias metas o para la gloria de DIOS? Jesús nos dará todo lo que necesitamos para vivir una vida con el propósito de glorificar a DIOS. No te angusties, ya Jesús lo hizo por ti; y venció. ¡Padre, glorifica tu nombre!

¿Cuántos aceptarán el reto, la invitación, la oferta de DIOS de hacernos hijos/as que glorifican a DIOS hoy? Dos pasos tenemos que dar, cada uno de nosotros(as):

1. Cree que DIOS te ama y que te creó para sus propósitos. Cree que no fuiste un accidente. Cree que te prepararon para durar para siempre. Cree que DIOS te eligió a ti para que tuvieras una relación con Jesús, quien murió por nosotros(as) en la cruz. Cree que, sin importar lo que hayas hecho, DIOS quiere perdonarte.

2. Acéptalo. Acepta a Jesús como tu Señor y Salvador. Acepta el perdón de tus pecados. Acepta su Espíritu Santo, que te dará poder para cumplir el propósito de Dios en tu vida. ¡Gózate en Su presencia!

Oremos. Jesús, creo en ti y te acepto como Señor y Salvador de mi vida. Amén. OH, DIOS cúmplase en mí tus propósitos. En el Nombre de Jesús, ¡Amén!

Sermón del Rdo. Dr. Juan G. Feliciano-Valera basado en parte en el libro de Rick Warren, Una Vida con Propósito Miami, 2003.

miércoles, 10 de julio de 2013

Parábola del Buen Samaritano ¿quién te parece que fue el prójimo?

Lucas 10:25-37 Traducción en lenguaje actual (TLA) Un extranjero compasivo 25 Un maestro de la Ley se acercó para ver si Jesús podía responder a una pregunta difícil, y le dijo: —Maestro, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna? 26 Jesús le respondió: —¿Sabes lo que dicen los libros de la Ley? 27 El maestro de la Ley respondió: —“Ama a tu Dios con todo lo que piensas, con todo lo que vales y con todo lo que eres, y cada uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo.” 28 —¡Muy bien! —respondió Jesús—. Haz todo eso y tendrás la vida eterna. 29 Pero el maestro de la Ley no quedó satisfecho con la respuesta de Jesús, así que insistió: —¿Y quién es mi prójimo? 30 Entonces Jesús le puso este ejemplo: «Un día, un hombre iba de Jerusalén a Jericó. En el camino lo asaltaron unos ladrones y, después de golpearlo, le robaron todo lo que llevaba y lo dejaron medio muerto. 31 »Por casualidad, por el mismo camino pasaba un sacerdote judío. Al ver a aquel hombre, el sacerdote se hizo a un lado y siguió su camino. 32 Luego pasó por ese lugar otro judío, que ayudaba en el culto del templo; cuando este otro vio al hombre, se hizo a un lado y siguió su camino. 33 »Pero también pasó por allí un extranjero, de la región de Samaria, y al ver a aquel hombre tirado en el suelo, le tuvo compasión. 34 Se acercó, sanó sus heridas con vino y aceite, y le puso vendas. Lo subió sobre su burro, lo llevó a un pequeño hotel y allí lo cuidó. 35 »Al día siguiente, el extranjero le dio dinero al encargado de la posada y le dijo: “Cuídeme bien a este hombre. Si el dinero que le dejo no alcanza para todos los gastos, a mi regreso yo le pagaré lo que falte.”» 36 Jesús terminó el relato y le dijo al maestro de la Ley: —A ver, dime. De los tres hombres que pasaron por el camino, ¿cuál fue el prójimo del que fue maltratado por los ladrones? 37 —El que se preocupó por él y lo cuidó —contestó el maestro de la Ley. Jesús entonces le dijo: —Anda y haz tú lo mismo.

¿Quién es el prójimo?

El prójimo es el que hace misericordia, el que sirve en el nombre del Señor; el que está dispuesto a detenerse, a detener su caravana y atender la necesidad del caído, del herido, del despreciado, del “pequeñito de Dios.” (Mat. 25) El prójimo no es cualquiera. Es el que está dispuesto, voluntariamente y con gozo, a tomar en serio la Palabra de Dios (que es “locura” para los que se pierden) y detenerse a sanar al herido; a perdonar; a bendecir, a amar; como lo han hecho con él. Juzgar es fácil, detenerse a perdonar, sanar y amar es difícil.

Amar a los amigos y familiares a veces es fácil; amar a los enemigos es difícil. Pero ¿saben que? La culpa la tiene Dios. Él fue el que comenzó esté revolú de perdonar. Fue iniciativa de Él; Él se lo inventó. Él lo hizo primero... ¡Él fue el primer prójimo! y nos invita a seguirlo y hacer lo mismo.

No me sigan a mí, sigan a Jesús. (“Don’t follow me, follow Jesús”.) Él extendió sus brazos y murió por nosotros: fue nuestro prójimo y nos invita hoy a participar juntamente con Él en Su Mesa, en donde él selló, firmó, el pacto: Mi vida pongo, Mi cuerpo y mi sangre: para perdonar pecados y reconciliar al mundo con Dios. Cántico: Si tu quieres sentir el Espíritu manifestado, olvídate del problema y sé prójimo para aquel que esta a tu lado.

Alaba al Señor con tus brazos, corazón, mente, puertas y ojos. Habla bien de Dios: haciendo lo que Dios manda: O.B.D.C. No trates de oír a Dios por un lado y al enemigo por el otro oído. ¡Tápale tu oído al diablo! y solo escucha a Dios. No inventes excusas, “razones”, argumentos. Tírate al ruedo, tírate al medio, ¡Atrévete a Ser libre! ¿Tu sabes quién té estará esperando al otro lado de la esclavitud, del resentimiento, del odio, de la amargura? ¡Se llama, Jesús!

EL PASTOR PERSONAL.

El que dice: ”Mi vara y mi cayado te infundirán aliento aunque estés en el valle de la sombra, de la desolación, de la tristeza y de muerte.” El que dice: “No te dejaré, ni te desamparé.” El que dice: “Nada, ni nadie los podrá separar de mi amor.” El que dice: “Yo estaré contigo hasta el final.” El que dice: “Yo enviaré otro consolador.”

El no murió y se olvidó de nosotros: ¡No! ¡Él está Presente! Él sigue siendo el primer y mejor prójimo que tenemos. Él camina con nosotros para ayudarnos, para que podamos contar con Él. (Yo cuento con mi Cristo por la mañana al despertar, cuento con mi Cristo en la tarde al caminar, cuento con mi Cristo por la noche al descansar, Paso a Paso con mi Cristo...”) Porque me estoy encariñando con Él.

Hermanos y hermanas: Ser prójimo es una bendición que Dios nos concede. Hay que ejercitar la fe para poder vencer al enemigo con todas sus artimañas y maquinaciones. (No sé cuánto tiempo duraré aquí, pero yo quiero ser el prójimo de ustedes porque Dios me dio a su hijo, Jesucristo, como ejemplo, modelo, de lo que debe ser un prójimo.) Hermanos: la fe hay que ejercitarla. Hay que ser del ejército de la Fe; la “Iglesia-Prójimo”, la Iglesia del Amor de Dios. “Alimenta tu fe y no quedará espacio para tus dudas” (“Dale de comer a tu fe y se morirán de hambre tus dudas.”) Los voy a retar hasta que no me aguanten. Yo no me inventé eso de ser Iglesia de Puertas Abiertas, corazones abiertos, brazos abiertos y mentes abiertas. ¡Eso fue Dios! Si ustedes quieren un Pastor perfecto, ejerciten la Fe y sigan el ejemplo de Cristo. ¡Él es el Buen Pastor! Honremos a los que nos han precedido, a los que nos ha enseñado y mostrado su fe y sigamos su ejemplo: la nube de Testigos.

El prójimo no es el objeto de la historia, es el sujeto. El prójimo no fue el que recibió misericordia, fue el que fue movido a misericordia. No Seamos pasivos, esperando que nos den, que nos pidan perdón. Seamos pro-activos, valientes y dejemos que Dios nos mueva a Misericordia.

¿Recuerdan la Anécdota del jovencito admirando el carro nuevo? “Me lo regaló mi hermano.” “¡Wow!” Dijo el jovencito. “Ya sé lo que estas pensando”, dijo el dueño del carro, “Si yo tuviera un hermano así.” --“No,” respondió el jovencito, “lo que pienso es si yo pudiera ser un hermano así.”

Seamos prójimo hoy. El mayor de los prójimos nos invita, nos llama. Vengamos voluntariamente.

Para los hermanos mayores: Tengan cuidado a quién están oyendo y a quién le están creyendo. No podemos tener doble ánimo. La Palabra es clara: Dios ordena; nosotros obedecemos. No tratemos de usar estrategias foráneas, extrañas al Reino de Dios, Reino de la luz, para apagar el fuego del altar. El fuego está encendido, la fiesta comenzó y si los invitados no vienen, Dios traerá a otros.

No se dejen engatusar: No peleen por mí, yo ya sufrí esta decepción, peleen por su salvación; que yo pelearé por la mía. Cuando se seque el cariño, Dios me moverá: Él es mi Buen Pastor, Un Pastor Personal.

Amen a Dios y obedézcanle ciegamente: Ésta es Su Iglesia, Su obra. Nosotros solo somos siervos de Él. (¡Casi Na!) ¿Qué dice el Señor? ¿Qué amemos? Pues, como hijos, siervos y discípulos obedientes, vamos a amar. ¿Que perdonemos? Pues vamos a perdonar, etc. ¿Amén? Si algo sale mal, eso no es problema suyo, sino del que lo ordenó a amar, a perdonar, a bendecir y a hacer misericordia. ¡A Él sea la Gloria!

Aquí hay gente y personas mucho más inteligentes, mansos, humildes, buenos que yo. ¡Pero ninguno ama a Dios más que yo! (Quizás igual, pero no más.)

martes, 9 de julio de 2013

Una Pausa para Adorar

Una de las disciplinas espirituales cristianas más olvidadas o menos practicadas en nuestro tiempo es “el descanso espiritual,” también conocido como el “Shabbath” (en hebreo o Sábado, en español.) Quizás por todas sus implicaciones teológicas, religiosas y socioculturales, esta disciplina pasó a un olvido casi total para el Cuerpo de CRISTO, los “llamados a servir”; es decir, la Iglesia. Es evidente que el ritmo de vida que llevamos (o, mejor dicho, que nos lleva) nos conduce a lugares muy lejanos al descanso. Todo es trabajo, prisa y alcanzar metas. Dejar un espacio para descansar es peligroso. Aplicado al mundo espiritual, religioso, el ritmo de vida que llevamos también nos conduce por sendas de extrema velocidad. Queremos adorar a DIOS con velocidad. Queremos orar con prisa. Queremos alcanzar las metas y los propósitos con inmediatez. La Iglesia microondas. La Iglesia fugaz. Todo ahora: planificación, ensayos, concierto, culto, actividad. Todo, aquí y ahora.

Se nos olvida que, entre “el aquí y el ahora” tiene que haber un espacio sabatino. Dentro del ritmo acelerado que vivimos (¿?) tiene que haber un espacio para el ritmo del descanso espiritual. Yo le he llamado a esto “una pausa para adorar.” Es un momento para la adoración intrínseca, profundamente espiritual y silenciosa. Es un momento para encontrarse con DIOS en el interior, sin distracciones, sin palabras, sin planes, sin preocupaciones, sin ansiedades sobre ayer, ni mañana. Es un “kairós,” un tiempo de DIOS; donde DIOS se hace presente de momento; es el “momento de DIOS.”

Creo que nos hace falta crear nuestros espacios, nuestros momentos, nuestros “sábados” con DIOS. No se lo podemos dejar a nadie más. Es la oportunidad de respirar libremente; de estar en silencio; de sentir la presencia de DIOS. Es el momento de hacernos uno con DIOS. Es la oportunidad de escuchar a DIOS adentro de mí. Todos(as) necesitamos suficientes “momentos sabatinos.” Cada día, cada semana.

El “sábado” es un día de la semana y un estado mental. Es una oportunidad de restauración, de gozo profundo, de re-pensar, re-imaginar y re-cargar las energías espirituales. No se trata de añadir “otra tarea más.” Se trata de pasar un buen rato de gozo con el Señor. Se trata de reparar el espíritu y el alma. Se trata de justicia con uno mismo. Además, es algo que se puede hacer con un poco de práctica y disciplina (es decir, con deseo fervoroso y apasionado.) El sábado está relacionado con el descanso que cada uno de nosotros necesita y la alegría que se recibe con tal libertad que DIOS nos da. Nuestros cuerpos físicos necesitan descanso, nuestra mente necesita descanso, pero si no lo hacemos estamos dañando la creación de DIOS. De hecho, DIOS descansó. Por lo tanto, hacer un ritmo de descanso espiritual (“Shabbath”) es un memorial y una alabanza a DIOS. Solo seres humanos que puedan descansar en DIOS, podrán tener la paz que ilumina y embellece al Amor. Es un acto de reconciliación con DIOS.

Aunque la Iglesia Cristiana transformó el día sábado, pasándolo al domingo (“Día de La Resurrección del Señor”), todos sabemos que muy pocas personas cristianas verdaderamente descansan el domingo. Por lo tanto, es menester entender que cada persona necesita su “sábado personal.” Es decir, cada cristiano(a) necesita encontrar y practicar su ritmo de descanso espiritual. Cada uno de nosotros(as) necesita encontrar ese momento personal. Puede comenzar con cinco minutos. Lo importante es enfocarse en DIOS, descansar, orar, dormir, detenerse, estar en silencio, poco a poco. El ritmo del descanso espiritual es una forma de ayuno: el ayuno del tiempo (del “cronos”.) Es un momento de humillación delante de DIOS. Nos hace humildes al reconocer que nosotros no somos indispensables. El sábado es la oportunidad de despojarnos de la autosuficiencia, del auto-control, del perfeccionismo que nos hace creer que nosotros y, no DIOS, somos los que podemos controlar el universo.

Textos bíblicos para reflexionar: Génesis 2:2-3; Éxodo 20:8-11; Marcos 3:4 y Hebreos 4:9-10

10 Maneras de Comenzar a Celebrar el “Shabbath”

1. Enciende una vela “Shabbath.”

2. Pasa parte del día en silencio.

3. Camina despacio hacia cualquier lugar cercano.

4. Reflexiona sobre una lectura inspiradora.

5. Toma una siesta sin sentirte culpable.

6. Prepara una caja que sostenga las cosas que no necesitarás durante el “tiempo sabatino”: teléfono celular, las llaves, la cartera, el bolígrafo, etc.

7. Llama a alguien a quien tu amas.

8. Cuida tu cuerpo.

9. Prepara una cena sabatina, solo o con tu familia y amistades.

10. Comienza poco a poco. Toma una tarde “sábado,” o una hora “sábado” o una media hora “sábado.”

Adaptado de: Wayne Muller, “Sabbath: Restoring the Sacred Rhytm of Rest” Random House, Inc.