Lucas 13:10 Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo; 11 y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar.12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad. 13 Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a Dios. 14 Pero el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo, dijo a la gente: Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y no en día de reposo. 15 Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? 16 Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo? 17 Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por él.
INTRODUCCIÓN. Jesús la miró, la vio, la llamó, le habló, la tocó y la sanó. Aleluya! Jesús nos devuelve la entrada, la estancia, el derecho, el privilegio, la bendición, de vivir en la Casa de DIOS, en la Presencia de DIOS, en el Jardín Edénico, junto a DIOS, junto a Papá, en sus faldas, en su seno, en su regazo, acunados por DIOS. ¡Aleluya!
Esa es la libertad que CRISTO ganó para nosotros(as) y es la libertad que nos ofrece hoy. Solo nos corresponde aceptar este regalo. Quizás tú quieras permanecer en el fango un ratito más, jugando, ensuciándote un poquito más. Pero recuerda: ÉL, sí, Jesús, tuvo que alejarse de DIOS (se sintió abandonado por Dios: “Eli, Eli, lama sabactani?”) para que nosotros(as) tuviésemos entrada al Reino.
A nosotros(as), que como la mujer del relato bíblico vivíamos encorvados, incapacitados, discapacitados por la pobreza, por el pecado, la maldad, la opresión de este mundo, Jesús se acerca para decirnos, sin importar a quien le guste o no, sin importar “las autoridades” humanas, religiosas, políticas, sociales, que no se trata de religión, de ritos, ceremonias, ni ninguna de esas cosas; que se trata de DIOS; se trata de estar en la Presencia de DIOS, se trata de abrazar nuestra necesidad, nuestra pobreza y entregarla a Cristo; se trata de reconocer nuestra necesidad y abrazarla a Cristo; se trata de encontrarnos con Cristo EN nuestra debilidad, en nuestra enfermedad, en nuestra pobreza. Se trata de disfrutar la Presencia de DIOS. Se trata de saborear un sabor distinto, de perfumarte con un olor distinto (ese “perfume” que no lo venden en ningún lado.) Se trata de sentir y saber y de saber y sentir; de creer para ver y de ver creyendo (por fe). Se trata de arrancar y plantar. Se trata de conocer de cerca de DIOS, de tener una intimidad con DIOS. Una re-lación, un entrelazo, una unión profunda, íntima, amorosa, personal; con Dios.
Hay muchas medicinas, brujería, ritos, terapias, yerbas, música, bailes, canciones, magias, modas, etcétera que se nos venden como paliativos, como “resuelves”, como “ponte esto, tómate aquello, duérmete con esto y tendrás un poquito de paz.” CRISTO, tu mejor amigo, te ofrece algo mejor. Te ofrece una llave, una puerta abierta, unos brazos extendidos esperándote, anhelándote, ansiando estar contigo y que tú estés con ÉL. ÉL te invita y ÉL paga. Confía. No importa cuánta oposición se levante, aun de los mismos líderes religiosos, como los Fariseos en la historia bíblica. No le hagas caso al que está a tu lado, mira a Jesús, llamándote, esperándote con los brazos abiertos. Con una hermosa sonrisa, como la sonrisa que quizás nadie jamás te haya dado. No una sonrisa hipócrita que te dice, “de los dientes pa’fuera” “te amo”, sino como una sonrisa dulce, apacible, sincera.
Una sonrisa que te dice: “Aquí estoy; para ti. Ven conmigo. Yo te libro de tus ataduras; Yo te enderezo para que puedas alabarme y servir con libertad.”
Oiga, amigo: Lucas narra un evento extraordinario. Jesús se encontraba en la Sinagoga. Allí había hombres, jóvenes y ancianos y, además, estaba esta mujer enferma por 18 años {Lc. 13:11 “y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar.”}
Esto, de por si, era muy extraño pues no se suponía que las mujeres entraran a las Sinagogas, ni que hablaran y, menos aun, que entrara una mujer enferma (lo que los religiosos consideraban como una persona “inmunda.” Fíjense que dice que ella tenía “un espíritu de enfermedad”.) Pero, ella estaba allí, porque CRISTO estaba allí; ella estaba allí porque había llegado el momento de DIOS para su vida; estaba allí porque sabía que Jesús podía sanarla; estaba allí porque DIOS quería libertarla y sanarla aquel día; porque Dios es el que añade los que van a ser salvos y sanos cada día.
Estaba allí por la misma razón que tú y yo estamos hoy aquí. ¡ALELUYA! ¡Gloria a DIOS! ¿Amén? ¡No esperes más! ¡Este es el día que hizo el Señor para que nos gocemos y alegremos con ÉL! Ven, hoy, ahora, no esperes más. No esperes a que termine el culto. El momento es ahora. El altar siempre está disponible, abierto para ti. ¡EL que sana, está aquí; EL que endereza las cosas, está aquí; EL que libera, está aquí; el que abraza, está aquí! ¡Ven a ÉL! ¡Aleluya!
Era un día sábado, un día especial, sagrado. El sábado era considerado como el día del “Shabbath”, Día del descanso. El mandamiento establece que se honre este día. No se puede trabajar, ni hacer trabajar a nadie. Para nosotros(as), en la iglesia cristiana, este día se celebra el domingo (“Dominicus,” el día del Señor, día de la Resurrección del Señor.) Es triste que uno de los mandamientos de DIOS haya sido escogido por los seres humanos como “caballito de pelea.”
Todavía hoy, a pesar de lo que Jesús enseñó, seguimos peleando y discutiendo sobre este mandamiento. Hay algo que quiero decirles de parte de DIOS. Este mandamiento no se trata de ningún día de la semana. El día de descanso usted lo puede tomar cualquier día o de ratitos durante la semana. Fíjese que DIOS lo que hace es establecer un día de descanso, de reposo. Lo importante aquí es que DIOS mismo establece que ÉL trabajó 6 días y descansó el séptimo. Es decir, DIOS trabajó seis días y, luego, hizo una pausa, un receso, tuvo un descanso. ¡Hello! DIOS no se cansa, no se fatiga, no le da sueño, no le da miedo, no se quita, no se arrepiente, no se acobarda. Pero, oiga bien, ¡DIOS ama a sus hijos e hijas! A mi no me interesa lo que usted pueda creer o dejar de creer, yo le voy a creer a DIOS. Un DIOS que piensa en sus hijos(as.) ¡Aleluya!
Miren, amados y amadas: DIOS le dio este mandamiento a un pueblo que llevaba 400 años esclavo en Egipto. Los esclavos no tienen días libres, ni descanso, ni le pagan horas extras, ni el salario mínimo federal, ni estatal, ni el “mascual.” ¡Por favor! ¡Entendamos que DIOS tiene planes de bendición para sus hijos(as)! ¿Amén? ¿Amén? ¿Amén? Planes de bendición. Lo que DIOS tiene para usted y para mí son
B E N D I C I O N E S.
Si, DIOS estableció un día de descanso, para un pueblo que no había conocido otra cosa que trabajo forzoso, abuso, maltratos, injusticia, atropello, opresión, explotación, hambre (¡Por 400 años!). Aquel pueblo lo que conocía era pobreza, escasez, penuria, limitaciones, igual que la mujer del relato bíblico, la mujer encorvada que llevaba 18 años con esa condición, ¿Qué usted quería? ¿Qué CRISTO se detuviese a dilucidar si teológicamente, sistemáticamente, exegéticamente, homiléticamente, por los caprichos de los religiosos, tenía que esperar a la consulta de la junta suprema, del Sanedrín judío, del CONSEJO DEL PACTO, para decidir si podía sanar a aquella mujer?
¡DIOS actúa cuando ÉL quiera, con quién ÉL quiera, donde ÉL quiera, como ÉL quiera! ¡Para eso es DIOS! Pero lo mejor es que ¡DIOS quiere sanarte a ti y a mi, hoy! No dejes que te mientan más: DIOS quiere liberarte hoy. ¡No esperes a ver qué piensa el líder, el profe, el pastor! NO, NO, NO.
DIOS quiere bendecirte hoy. ¿Qué me importa el qué dirán? ¡Nada! Yo quiero sentir y “saber” a CRISTO obrando en mí y a través de mí hoy, de aquí en adelante, conmigo y a través de mí en el servicio a los más necesitados. ¿Amén?
El sábado, es un día de descanso ordenado por DIOS, que lo convirtieron en una atadura más. ¡Cuidado con la fe tóxica, amados! No te dejes engañar más. CRISTO nos hace libres para adorarlo, para servirle, para sentirlo, para abrazarlo, para entrar en intimidad con ÉL. ¿Amén? ¡Amén!
DIOS estableció cada uno de los mandamientos con un propósito divino de bendecirnos. No descuidemos la lectura y aplicación de estos mandamientos; no como una tortura más, como una aflicción más, una atadura más; sino como una oportunidad que DIOS nos da de conocerle más íntimamente. ¿Amén?
Llamado.
A Jesús no le interesa discutir contigo, ni argumentar contigo. CRISTO tiene la solución a tu problema y quiere bendecirte. Solo está esperando tu respuesta. A los religiosos les encanta discutir que si Jesús está hablando de que las personas son más importantes que los animales, etc. “Bla, bla, bla…” ¿Qué importa eso, cuando se está hablando de la vida, de la salud, de la condición física, emocional, espiritual, de un hijo, de una hija de DIOS? ¡Hay, deja eso compay!
Miremos el propósito de DIOS. Y sepamos que ¡El propósito de DIOS se cumplirá en mí y en ti! Eso no hay quién lo detenga. ¡Abre tu corazón a CRISTO y entrará el Rey de Gloria!
La mujer del relato bíblico llevaba demasiado de tiempo, 18 años, con aquella condición que le atormentaba y, encima de eso, era considerada inmunda y estaba marginada, rechazada, por las creencias religiosas. Pero, ¡Llegó Jesús! Llegó el Poder, la Autoridad. Llegó el que podía y puede cambiar nuestro lamento en baile. No le importó lo que diría el rabino, los maestros de la ley, los fariseos, los sabuesos, los hombres y las mujeres, y ¡Llamó a la mujer enferma y la sanó!
Me imagino cuán indignados estarían los líderes religiosos y los chismosos: “Mira, cómo llamó a esa mujer. Esa mujer está endemoniá, tiene espíritu de enfermedad, es inmunda, y ese Jesús la llamó. ¡Huy, esto huele mal! ¡Se ve muy mal!”
Pero, dice el Evangelio que: “Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad. Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a DIOS.”
Aquí habemos unos cuantos que necesitamos que Jesús nos toque y nos enderece. ¿Habrá algún(a) atrevido(a), valiente?
¿Cuántas costumbres, prejuicios, estilos, imágenes, enseñanzas antiguas, reglas, tendremos que dejar atrás para que DIOS enderece nuestro caminar? Ven. No temas. El que te puede sanar está hoy aquí. SE LLAMA: JESÚS.
Anécdota.
Una vez iba un hombre en su automóvil por una larga y muy solitaria carretera, de pronto su auto comenzó a detenerse hasta quedar estático. El hombre bajó, lo revisó, trató de averiguar qué era lo que tenía. Pensaba que pronto podría encontrar qué era lo que tenía el auto pues hacía muchos años que lo conducía, sin embargo después de mucho rato se dio cuenta de que no encontraba el daño del motor.
En ese momento apareció otro auto, del cual bajó un hombre a ofrecerle ayuda. El dueño del primer auto dijo: “Mira, este es mi auto de toda la vida, lo conozco como la palma de mi mano. No creo que tú, sin ser el dueño, puedas hacer algo.” El otro hombre insistió con una cierta sonrisa, hasta que finalmente el primer hombre dijo: “Bueno, haz el intento pero no creo que puedas pues este es mi auto.”
El segundo hombre puso manos a la obra y en pocos minutos encontró el daño que tenía el auto y lo pudo arrancar. El primer hombre quedó atónito y preguntó: “¿Cómo pudiste arreglar el auto si es MI AUTO?” El segundo hombre contestó: “Verás, mi nombre es Felix Wankel. ¡Yo inventé el motor rotativo que usa tu auto!”
¿Cuántas veces hemos dicho: Ésta es mi vida, es mi destino, es mi casa? Al enfrentarnos a los problemas creemos que nadie nos puede ayudar pues "es mi vida", "nadie comprende mi problema, pues es MI PROBLEMA." Pero nunca habíamos pensado en que la vida es creación de Dios, que ÉL hizo el tiempo, que te puso en esta tierra con un propósito y te entregó una familia.
Solo aquel que es el autor de la vida puede comprenderte y ayudarte cuando te quedes tirado en la carretera de la vida.
ÉL está preparado, y tiene experiencia, para ENDEREZARNOS. ¿Quieres? Ven.
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