lunes, 8 de abril de 2013

Reto para la Iglesia de Jesucristo

Un Reto para la Iglesia de Jesucristo

1. Meditar diariamente en la vida y las enseñanzas de Jesús, según registradas en La Biblia.

2. Recordar que la Iglesia siempre busca la justicia y la reconciliación, no la victoria sobre los demás.

3. Caminar y hablar con amor, porque Dios es amor.

4. Orar todos los días para que Dios nos use a todos(as) para que los demás puedan ser libres también.

5. Sacrificar mis deseos personales para que los demás puedan ser libres.

6. Seguir todos los días, las reglas básicas de la cortesía, tanto con nuestros amigos, como con nuestros enemigos.

7. Servir regularmente a los demás y al mundo.

8. Abstenerse de la violencia verbal, física y/o emocional.

9. Recordar que soy un miembro del Equipo de Jesucristo, por tal razón, soy solo una parte del todo (El Cuerpo de Cristo.)

10. Recordar que soy una vasija de barro imperfecta y que es una bendición estar en Las Manos del Alfarero que me permite servir en Su Nombre, mientras estoy “en reconstrucción.”

11. Servir con humildad y agradecimiento por la oportunidad de estar en la Iglesia de Jesucristo.

12. Recordar que el Espíritu Santo me llama a tener amor, paciencia, bondad, gentileza y dominio propio en todas las cosas y momentos de mi vida cristiana.

13. Orar para que pueda someterme al Espíritu Santo.

14. Orar para tener la fortaleza y compromiso de ser como Dios quiere y no como yo quiero.

15. Recordar que sólo estoy aquí como un instrumento por medio del cual Dios puede obrar para bendecir y renovar la Iglesia.

16. Recordar que estoy aquí sólo por la gracia de Dios y solamente para que el Espíritu Santo pueda obrar a través de mí, en unión de toda la Iglesia, el Cuerpo de Cristo.

17. Recordar que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo y la razón principal de mi presencia, mi servicio, mis contribuciones y mis oraciones.

18. Recordar en todo momento que yo no soy más, ni menos, importante que los demás delante de Dios.

19. Aceptar y obedecer, en todas las cosas de la Iglesia, la autoridad y disciplina bajo la cual sirvo a Dios. No tengo mayor autoridad, ni responsabilidad, que no sea obedecer a Dios y responder al Ministerio del Espíritu Santo.

20. Dar a Dios toda la gloria por cualquier cosa que ocurra en mi vida. Cualquier pasión o emoción que sienta, la expresaré a través de la alabanza gozosa y apasionada a Dios.

Que así nos ayude Dios a aprende con Jesús, porque reconozco que solo(a) no puedo hacer nada de esto. ¡Amén!

(Recopilado por Rdo. Dr. Juan G. Feliciano –Valera)

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